Por David Núñez
Nadie esperaba un giro similar como el que ha dado el coronavirus en las últimas semanas. Incluso entre los expertos, véase epidemiólogos y virólogos, no se barajaba el origen de una crisis de tal calibre. Una crisis que, en primera instancia afectará, como ya está ocurriendo, a los sistemas sanitarios y económicos europeos y en segunda instancia supondrá una evolución en cuanto a la política financiera comunitaria.
Desde Bruselas se está trabajando en base a las competencias que tiene la Unión Europea. No olvidemos que la gestión sanitaria corresponde a los Estados miembros e incluso en España, esta depende de las propias Comunidades Autónomas. De esta forma, desde la UE se está focalizando la labor principalmente en los aspectos económicos y de libre circulación de bienes y personas dentro de las restricciones que plantea la propia situación del virus.
La primera prioridad de la Comisión, como bien se ha venido señalando durante estos días, ha sido cambiar la tendencia de la infección para dar a nuestros sistemas de salud el tiempo y el espacio para cuidar de los que necesitan. El objetivo es ante todo garantizar la salud y la seguridad de todos nuestros ciudadanos, protegiendo a las personas de la propagación incontrolable del virus y manteniendo al mismo tiempo el flujo de mercancías para evitar el desabastecimiento y el colapso comercial en algunas regiones. Por ello, hasta ahora la Comisión Europea, además del trabajo en el “Corona response team”, ha estado coordinando el contacto regular entre los Ministros de Salud y los Ministros del Interior de los 27, y naturalmente con los jefes de gobierno. El fin de esta comunicación constante es evitar que se tomen medidas descoordinadas o incluso contradictorias que terminen por socavar los esfuerzos comunes para luchar contra el brote.
En los primeros días muchos planteaban que la Unión Europea debía dar un cambio de rumbo en cuanto a la política de austeridad hasta ahora ejercida. Y así ha sido. Europa ha entrado, por consecuente, en una nueva etapa que ha sido apreciable en los primeros gestos. Hemos visto que la Comisión Europea ha decidido suspender el Pacto de Estabilidad, por lo que desde este momento los Estados miembros pueden endeudarse para lo que haga falta.
También hemos visto al Banco Central Europeo que inyectará prácticamente cerca de dos billones de euros en la economía europea, mucho más de lo que fue en su día el “Plan Marshall” al final de la Segunda Guerra Mundial. Las medidas del BCE que reflejan esa inyección de casi dos billones € se ven a través del lanzamiento de un plan de compra de 750.000 millones así como 120.000 millones en medidas cuantitativas de relajación y 20.000 millones en compra de deuda. Además, se ha propuesto movilizar otros 500.000 millones del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). De la misma manera, la Comisión Europea ha puesto a disposición de los Estados 37.000 millones de euros, de los que 4.145 millones serían para España, para reforzar el sistema sanitario y el funcionamiento de las PYMES. Además, la Comisión prevé́ otros fondos que podrían movilizarse como los 179 millones de euros disponibles en el Fondo Europeo de Ajuste de la Globalización para apoyar a trabajadores despedidos u 800 millones de euros del Fondo Europeo de Solidaridad.
El Parlamento Europeo celebrará un pleno extraordinario este jueves 26 de marzo -hoy- para aprobar algunas de estas medidas. El presidente de la Eurocámara, David Sassoli, ha prometido que se aprobarán las medidas contra el coronavirus tan pronto como sea posible. Por ese motivo, se celebrará un pleno en el que por primera vez los eurodiputados no estarán presentes y emitirán su voto, así como intervendrán de forma remota.
En cuanto a la situación en España, el equipo de von der Leyen ha aprobado dos “planes de garantía” para España, de un total aproximado de 20.000 millones de euros, para empresas y trabajadores autónomos afectados por el Covid-19 después de revisar que se ajustasen a las normas dentro del Marco Temporal de ayudas estatales de la UE.
Margrethe Vestager, Vicepresidenta Ejecutiva de la CE: "Con estos dos planes de garantía españoles para nuevos préstamos y operaciones de refinanciación, España apoyará a los trabajadores autónomos y a las pequeñas y medianas empresas afectadas para superar la crisis”.
Las medidas de garantía tienen el objetivo de limitar los riesgos de la concesión de préstamos a empresas que se vean gravemente afectadas por esta situación. Con estas medidas lo que se pretende es asegurar que esas empresas tengan liquidez para ayudarlas a salvaguardar los puestos de trabajo y continuar sus actividades.
La Comisión ha adoptado este “Temporary Framework” o Marco Temporal para que los Estados miembros puedan utilizar toda la flexibilidad prevista sobre ayudas estatales. El Marco prevé cinco tipos de ayuda. En primer lugar, subvenciones directas, ventajas fiscales selectivas y pagos anticipados. El segundo tipo de ayudas consistirá́ en garantías del Estado para los préstamos tomados por las empresas de los bancos. En tercer y cuarto lugar, préstamos públicos subvencionados a empresas y garantías para los bancos que canalizan la ayuda estatal a la economía real, y por último el seguro de créditos a exportaciones a corto plazo.
Saliendo de esta nube de números y respuestas de la UE a la crisis del coronavirus, quiero responder a la pregunta del europarlamentario del EPP, Esteban González Pons, en su reciente artículo. ¿Morirá la UE por el coronavirus? Ya le digo que no. La UE está demostrando que la maquinaria funciona. Sin embargo, como bien señaló Esteban Pons “lo que no funciona es el europeísmo”. A lo largo de esta crisis, situaciones como la producción de mascarillas en Alemania y Francia y su posterior reserva por parte de los respectivos gobiernos, ha puesto en evidencia que el sentimiento de unidad europea no funciona, en gran medida porque no lo hay. Estos países han dado la espalda al valor europeo que trajo Schuman de la solidaridad de hecho, pero sobre todo se han olvidado del principio de cooperación leal, que está presente en los Tratados.
Durante todos estos años, ha faltado un liderazgo único europeo, y el Covid-19 está dando la oportunidad de instaurar por primera vez en la historia ese mando único. No se puede pedir más cuando la acción de la UE es limitada. Está en las manos de los Estados miembros hacer una nueva Unión más cohesionada, efectiva, real y solidaria.
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